Es nuestro primer día de clase con Tiana en la asignatura de
Psicología de la Educación y yo ya venía con
ciertas ideas de lo que, posiblemente, me podría encontrar en esta asignatura.
Pensaba que únicamente me reencontraría con autores, así como con Piaget,
Vygotski y el casi impronunciable Bronfrebrenner. Pero antes de entrar de pleno
en lo que vienen a ser autores, teorías o diferentes líneas metodológicas, fue
importante hacer una aclaración sobre aquello que define la Psicología en el
ámbito de la educación. Sabemos que la psicología viene a ser la ciencia que estudia
los procesos cognitivos y socio-afectivos, pero esta vez se inclina más hacia
el ámbito educativo, es decir, a estudiar los acontecimientos que surgen en la
educación, programándolos, llevándolos a cabo y evaluándolos desde una
perspectiva más psicológica.
Es a partir de la
práctica educativa que se producen aprendizajes (significativos o no), el
desarrollo cognitivo y físico, conocer los límites individuales y ayudar a
desarrollar la personalidad de cada uno. Es por todo esto que es muy importante
aplicar la psicología en la educación, siempre teniendo en cuenta a los
individuos que intervienen, los aprendizajes que se quieren llevar a cabo, qué
valores fomentar, en qué tiempo nos movemos, etc. Respecto a esto último, aquí
destacaría la gran importancia de la actualización del profesorado, evitando
así el estancamiento y la no-evolución acorde a los tiempos que corren y a las
mejoras educativas que van encontrando. Además, otro aspecto importante en la
educación es que los verdaderos protagonistas son los niños y no el profesor,
por lo tanto debe ser éste el que se tenga que adaptar a las necesidades de los
menores a partir de metodologías y formas de enseñanza que les favorezca a
ellos, no únicamente a la comodidad del profesor.
Respecto al origen
de la psicología de la educación, ésta no es tan actual como pensábamos, sino
que ya se venía hablando de este concepto desde hace décadas. Lo que todos nos
preguntábamos es por qué sabiendo todo esto no se han implantado estas ideas
antes. Pues bien, no todo depende del sistema educativo, sino también de los
intereses del mundo político (como pasó, por ejemplo, en la dictadura
franquista: años atrás se habían ido consiguiendo mejoras en educación como la
creación de una escuela laica, mixta, con metodologías innovadoras que
favorecían la autonomía en el aprendizaje, etc. Pero al llegar la dictadura
todo se redujo a cenizas al instaurar una educación patriótica
y católica, viendo a ésta como un vehículo transmisor de ideología. Fue un paso
atrás. O cinco.).
Volviendo al tema, muchos años
atrás ya hubo varios predicadores de la Psicología de la Educación que
aportaron su granito de arena a este concepto: nos encontramos a William James,
introductor de aspectos pedagógicos y psicológicos en la educación y quien
elaboró diversas obras sobre estos temas; coetáneo al anterior autor
encontramos a G. Stanley Hall, el cual aportó cuestionarios que intentaban
mostrar aspectos del pensamiento infantil en las diferentes etapas en las que
está compuesto, además de recalcar que se debe tener en cuenta el nivel madurativo
del niño y las características que éste presenta (algo fundamental a la hora de
ejercer la docencia); Alfred Binet apostó por la creación de unos test de
inteligencia como herramienta
para valorar la inteligencia de cada niño en diferentes etapas (esto desembocó
en la etiquetación de estos niños muy tempranamente y en las consecuencias que
esto conlleva); por otra parte está Thorndike, psicólogo y pedagogo afín a las
teorías conductistas aplicadas en el entorno escolar; J.M. Cattell aportó test
que hacen más hincapié en la memoria, la atención y el desarrollo sensorial del
niño; E. Claparede, organizador de seminarios de Psicología Pedagógica debido a
su admiración por la renovación de la pedagogía y por la visión de la escuela
como un entorno en el que se trabajan conocimientos como el valor y la
autonomía crítica, como consecuencia de esta renovación pedagógica mencionada
anteriormente; y, por último, J. Dewey, el cual apostaba por el desarrollo de
la persona a partir de los intereses de cada uno y de la inculcación de unos
valores morales y cívicos a partir, por ejemplo, del trabajo de las habilidades
sociales.
Pero no es hasta entre los años 20 y 50 que no se estabiliza esta
psicología de la educación que, gracias a esta firmeza, surgió el Movimiento
Psicométrico, una herramienta que en teoría iba a facilitar el trabajo de los
docentes, así como los test de inteligencia. Pero el uso de estas herramientas
desembocaría en una división y etiquetación de los alumnos, cosa que les
marcaría de por vida. Por lo tanto, en algunas zonas del mundo se optó por
seguir diversas corrientes o disciplinas que se amoldasen al tipo de educación
y grupo, pero normalmente asociadas a dos líneas: el conductismo y, en su
contraposición, las orientaciones cognitivas. Ahora encontramos que una línea
opta por modificar la conducta desde fuera, mientras que la otra tiene más en
cuenta una gran variedad de factores que afectan a este comportamiento y
desarrollo de la persona (factores que se tienen en cuenta actualmente para la labor educativa).